jueves, 20 de septiembre de 2018

Los Griegos y la reencarnación



Más allá de la ilusión y el consiguiente sufrimiento y desilusión que experimentamos a través de maya, (mundo como ilusión y engaño) el yoga señala que el Ser no puede morir, no perece. No sólo en el yoga, sino en la práctica totalidad del pensamiento oriental hay algo esencial en nosotros que permanece.

 El Bhagavad Gita en boca de Krishna, pone esta verdad sobre la mesa en sus primeros capítulos, donde Arjuna abrumado por las terribles dudas y acontecimientos que enfrenta, paralizado ante el comienzo de un batalla en la que se encuentran hermanos, maestros y amigos, deja caer su arco y se postra entre lagrimas incapaz de cumplir su cometido. Ante el temor de arrastrar a la muerte tanto a su ejercito, como a sus oponentes, entre los que se encuentran preciados seres, Krishna le aconseja, revelando una terrible verdad que le socavará su aturdimiento: 

II.10 Descendiente de Bhãrata, hijo de Hrishikesa, dijo Krishna sonriendo, y dirigiéndose a Arjuna:
11. Te lamentas por los que no deberías lamentarte, aunque hables sensatamente. Los verdaderos sabios no se angustian ni por los vivos ni por los muertos.
12. Nunca hubo un tiempo en que no existiéramos tú y yo, y esos conductores de hombres. Y tampoco dejaremos de ser en el futuro. 13. Como el Ser encarnado pasa por la juventud y la vejez, asi es el pasar a otro cuerpo. De esto no dudan nunca los sabios."
En occidente, el filosófico presocrático del siglo V a.C Parménides de Elea sostenía que lo que es no puede dejar de ser, y que de la nada o el no ser, no puede surgir el ser. Hay algo eterno e incorruptible en el ser, ajeno a la destruccion. F.Copleston lo resume de la siguiente manera: 
Resumida, su doctrina quiere decir que el Ser, el Uno, es, y el devenir, el cambio, no pasa de mera ilusión. Porque si algo empieza a ser, una de dos: o procede del Ser, o procede del No-Ser. Si viene del primero, entonces ya es... y, en tal caso, no comienza entonces a ser; si viene de lo segundo, no es nada, puesto que de la nada no puede salir nada. El devenir es, por consiguiente, ilusorio. El Ser es simplemente, y es Uno
Pitágoras, el filósofo y matemático griego, albergaba pensamientos sorprendentes. Según Diógenes Laercio, Pitágoras afirmaba que recordaba su vida pasada, y su envoltura pasada, siendo Etálides, hijo de Hermes. 
Que tiempo después de muerto, pasó al cuerpo de Euforbo y fue herido por Menelao. Que siendo Euforbo, dijo había sido en otro tiempo Etálides, y que había recibido de Hermes el don la transmigración del alma, como efectivamente transmigraba y circuía por todo género de plantas y animales; el saber lo que padecería su alma en el infierno y lo que las demás allí detenidas... cuando volvía de Troya consagró a Apolo su escudo, y que ya estaba podrido, quedándole sólo la cara de marfil. Que después que murió Hermótimo se pasó a Pirro, pescador delio, y se acordó de nuevo de todas las cosas, a saber: cómo primero había sido Etálides, después Euforbo, luego Hermótimo y enseguida Pirro”
Y finalmente, después de muerto Pirro vino a ser Pitágoras, y se acordaba de todo cuanto hemos mencionado. Vemos cómo en Grecia no fueron pocos los que vieron el ser como una sustancia inmortal que va migrando por diferentes seres. Antes de acabar con Pitágoras también diremos de él otros datos que resultan relevantes y cercanos a la filosofía Kriya Yoga. Valoraba el silencio, haciendo pasar a algunos de sus discípulos cinco años de estricto silencio antes de admitirles. También había un escrupuloso respeto por los animales, a los que prohibía maltratar, comer o sacrificar a ningún Dios. Sus contemporáneos quedaban maravillados por sus extraños y lejanos conocimientos.
Platón dirá que nuestro ser o alma es inmortal. Nuestra existencia es un mero transcurrir, venimos de un mundo perfecto, conocido por el Mundo de las Ideas, allí todo es completo e inmutable. Hay que recordar y poner énfasis en que este mundo no es imaginario, es un mundo real y perfecto, del que todos procedemos, mucho más real que la vida fenoménica que vivimos, pero ahora, atada nuestra alma a la cárcel del cuerpo, somos incapaces de recordar. Platón dirá más adelante que conocer es precisamente recordar nuestro estado de gracia inicial. También Spinoza indica en su Ética Demostrada según el Orden Geométrico, en una proposición que descoloca totalmente a más de uno de los que conocen el estilo y el rigor de su obra, que dice así: “hay algo en el hombre que es eterno”. 

En el Kriya Yoga de Babaji el ciclo de reencarnaciones se producirá hasta la propia liberación de cada individuo, antes o después, dependiendo de nuestros actos y nuestra propia responsabilidad, terminará el alma por fundirse con el Absoluto en comunión con él. Se trata de un perfeccionamiento gradual a través de un ciclo de reencarnaciones. De otra manera se seguirán precipitando y perpetuando la existencia terrenal, una tras otra vida, en diferentes cuerpos pero un mismo ser, hasta que nos cansemos del sufrimiento del teatro de la realidad y consigamos ponerle fin a la rueda del samsara, que bajo el influjo de su engaño y el estado de perpetua ignorancia a la que nos somete, nos condena inevitablemente a las polaridades del placer y el sufrimiento, siendo incapaces de avanzar hasta que nuestro karma purificado nos despierte del sueño liberándonos de las falsas impresiones de nuestra mente y sus interminables apegos, arrojando así un torrente de luz a nuestra verdadera naturaleza.



Referencias:
Diógenes Laercio, "Vidas de filósofos ilustres", trad. José Ortiz, ed. Iberia, Barcelona, 1962.

Frederick Copleston, “Historia de la filosofía Vol.I Grecia y Roma” ed. Paidos.

Bhagavad Gita, 7 edición de Consuelo Martín, Ed. Trotta, 2017

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Kriya Yoga, Matrix, Platón y Schopenhauer



Matrix, de sobra conocida por todos, es una obra con tintes de misticismo, que aborda a diferentes niveles el problema de la realidad aparente y la dualidad mente y cuerpo. Desde el comienzo de Matrix es ineludible pensar en la caverna platónica, la condición humana, prisionera de imágenes, esta vez en un mundo virtual.

En el mito platónico, unos individuos viven en el fondo de una profunda cueva desde que nacieron, atados de cabeza, pies y manos a un muro, ven constantemente unas sombras en movimiento proyectarse tras un fuego. Esas sombras que van y vienen es para ellos la única realidad, y cada vez que hablan creen que son las sombras quienes contestan, cuando en realidad son sus propios compañeros, que atados sin posibilidad de moverse, ignoran que están el uno junto al otro. 

Toman como real un mundo que es un completo engaño, y sumidos en la ignorancia continúan hablando con las sombras cuando los que contestan son individuos en la misma condición que él. En una ocasión, uno de los prisioneros logra zafarse y escapa por la pedregosa y empinada cueva. Al comienzo le duelen los miembros, ya que no está habituado a caminar, y le tiemblan las rodillas. Tras un esfuerzo va ascendiendo hasta llegar a la entrada y ve la luz del sol penetrar el corazón de la roca. Avanza dudando y cuando saca la cabeza al exterior es incapaz de ver nada. Sus ojos no están acostumbrados a tal luminosidad. Pasa un rato y con la mirada ya adaptada puede ver un entorno totalmente nuevo. Ve el cielo azul, los árboles del bosque a sus pies que se extienden como un mar de hojas, los pájaros y el sonido del agua corriendo. La salida de la ignorancia para ver el océano de lo real.

Comprendiendo su descubrimiento y lleno de dicha, corre a contarle a sus compañeros lo que ha visto, para sacarles de ese estado de ignorancia perversa en el que están envueltos. Pero nadie le cree, lo tildan de loco, él insiste sin lograr nada, hasta el punto de que lo intentan matar.

Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas  nos usan como fuente energética, y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos, muy similar al dibujo que traza la filosofía de Schopenhauer, que sólo encuentra dolor excepto por los breves paréntesis que ofrece la experiencia artística. 

La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad." Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que  no existe. A él lo real y la verdad le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no es demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes muy típico de las sociedades actuales. En la misma dirección Schopenhauer no es capaz de elevar el proyecto humano hacia la luz, y su obra se detiene ahí, a la espera de que alguien tome su legado y lo supere, (ese será Nietzsche, trayendo a la palestra la alegría incondicional de Zaratustra, que aprende a bailar por encima del mundo con una risa que abruma el corazón de felicidad).

La metáfora que se extrae de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, hemos asesinado la espiritualidad en una loca carrera materialista... sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. 

El ser humano se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, y el Kriya Yoga ofrece salvación en esta época de Kali Yuga y desesperación por hallar la felicidad.

Mientras que Matrix es un relato distópico, tanto Platón como el Kriya Yoga proyectan salvación más allá del mundo de las imágenes, es más, nuestra naturaleza no debe reposar en el mundo de imágenes e ilusión. Por un lado el mito de la caverna es una descripción muy fiel de lo que nosotros entendemos por maya, la ilusión distorsionante de la realidad que oculta las esencias de forma engañosa. Esa identificación total que tenemos con el cuerpo y nuestras circunstancias son las mismas que la de aquellos que permanecían encerrados en el fondo de la gruta. Se aferran tanto a la realidad que conocen que son incapaces de liberarse de la ilusión de maya. Cifra, el traidor de la película Matrix, al menos sabía que la realidad se rompió en pedazos. Las sociedades contemporáneas en cambio, nadan en la superficie del mercado y las apariencias y buscan la felicidad en modelos de éxito condenados al fracaso, hasta que uno se harta de la obra teatral desplegada a nuestros pies, llena de promesas publicitarias y oportunidades inimaginables pero de muy escaso resultado práctico. La publicidad tiene en cada producto una promesa de felicidad implícita, que muy poco tiempo dura hasta que caemos de nuevo en la desdicha.

El ascenso a la luz, la claridad y el conocimiento verdadero no está exento de un esfuerzo o realización, hay un camino que recorrer, tanteando entre las sombras y la húmeda roca hasta salir de la caverna, pero ante todo hay una esperanza, cuyos resultados inmediatos los encontramos en la práctica. Un aspecto crucial que se da en la práctica yóguica es la capacidad de liberación (samadhi) en esta misma existencia, incluso se genera un equilibrio físico y emocional desde el comienzo hasta la consecución del mismo. Esto es algo que uno experimenta cuando practica Kriya, desde la meditación hasta el pranayama bien llevados proporciona tranquilidad y bienestar. En el Kriya Yoga no debemos esperar a la muerte para una liberación, premio o castigo. La liberación se puede y se debe procurar desde este momento, sufro, quiero dejar partir el sufrimiento para tener una vida feliz, aquí y ahora. Al igual que la mayoría de las tradiciones espirituales orientales partimos de un estado de ignorancia de la que más vale liberarse para no seguir participando en el interminable drama humano. Es nuestra ignorancia la que nos pierde en los remolinos del pensamiento y las identificaciones a las que nos somete, que nos hace bailar como locos en las polaridades del placer y el sufrimiento. 

En los cuatro relatos encontramos la ilusión e ignorancia como punto de partida, pero es en el caso de Platón y el Kriya Yoga donde la salvación recae directamente en nuestros actos y pensamientos. Y esto es especialmente revelador, ya que la responsabilidad recae en nosotros como individuos. En el Kriya Yoga, Babaji nos dice: “Sé un héroe valiente que con un fuerte esfuerzo corta las engañosas y terribles imágenes, y su legión de fantasías, que surgen al azar y se asoman sin limitación en la espesura de la mente” – La voz de Babaji. La misma idea se expone con infinita belleza poética en el Bhagavad Gita, con Arjuna como protagonista. Lucha por ti, enciende la llama que llevas dentro y hallarás Satchitananda (existencia, conciencia y gozo). No depender de la autoridad externa para encontrar nuestro propio ser, trabajar con nosotros mismos desde nosotros mismos, en una mirada que se vierte hacia el interior para terminar revelando el poder y potencial que cada uno de nosotros lleva dentro. Es la forma de salir del Samsara, de la rueda de la vida y muerte, reencarnaciones que se suceden hasta que la mente sutil se purifique, del mundo de la dualidad o del Matrix, dependiendo de uno mismo y no de los otros. Buen karma felicidad, mal karma conlleva sufrimiento y preocupaciones, y no vale echar la culpa al vecino, al final dependemos de nosotros mismos el elevarnos y optar por el camino adecuado. Al igual que Neo, labrando el sendero, alcanzando una forma que parece no tener acotaciones.

martes, 18 de septiembre de 2018

¿Existe una filosofía oriental?



La primera pregunta que surge para algunos escépticos es si se puede hablar de filosofía en oriente. Puede haber quien piense que la filosofía es un tema exclusivamente occidental y que en oriente se desarrolló una pseudo filosofía difícilmente comparable. 
El desarrollo de la filosofía a lo largo de los siglos en occidente, ha propiciado una situación paradójica a la hora de aceptar el pensamiento oriental como dentro de ese campo. Los grandes esquemas y corpus filosóficos occidentales distaban tanto de las formas de exposición y entendimiento de la realidad oriental, que muchos dudaban de que se tratase verdaderamente de filosofía.
Si la filosofía es un estudio lógico, cerrado, totalmente estructurado, racional y en el que las palabras y conceptos expresan todos los matices a modo de Descartes o Kant, entonces diría que prácticamente no ha existido filosofía en Oriente. Si por otro lado tomamos la filosofía como un modo de responder a las preguntas esenciales que conciernen a la vida de cada uno, dotada de una disciplina existencial, al modo de Nietzsche o Schopenhauer, entonces indudablemente hubo filosofía. 
Este debate hoy en día está servido, a mi modo de ver los occidentales no hemos encerrado en nuestro propio discurso. Poco a poco se está produciendo una apertura al pensamiento oriental como una vía alternativa, que aunque difiere de forma y contenido, enriquece sin lugar a dudas la perspectiva casera que tenemos, todo ello impulsado por el fenómeno global. Precisamente aunque el acercamiento se va evidenciando, corremos el riesgo de no digerir  adecuadamente las nuevas formas culturales que se nos ofrecen. Al margen de no caer en estúpidas modas comerciales, es recomendable abrazar esta nueva forma de ver el mundo con cautela, para no distorsionar el verdadero sentido del discurso, en una visión superficial y malinterpretada de los tesoros que contiene. Es realmente necesario un dialogo y compatibilidad de ambos pensamientos, más aún cuando el mundo tiende a una globalización que ya nadie puede negar, abrirnos y poner en movimiento dos formas diferentes de abordar el mundo en sus múltiples facetas, mostrarnos nuevos horizontes y ver la realidad como un conjunto y no desde un “concreto”.
La filosofía en países como la India, China y Japón, estuvo ligada a la religión y a la espiritualidad desde sus comienzos. Esto se debe a diferentes formas de plantear el tema. En occidente sencillamente hubo una escisión entre el conocimiento humano a la luz natural de la razón, y las verdades reveladas. Como es típico de nosotros categorizamos esas dos formas de la realidad, filosofía y religión. En cierto sentido, la historia intelectual de occidente ha pivotado sobre esas dos formas de concebir el mundo, y su desarrollo es una oposición entre filosofía y religión, entre fe y razón. Como bien expresó a lo largo de su obra el filósofo español, Miguel de Unamuno, la lucha entre verdades divinas, reveladas desde lo alto en contraposición con el pensamiento propio, la autonomía de la razón humana en oposición a esa revelación dada. 
En consecuencia, los occidentales hemos ido cerrando en compartimentos estancos, esferas del conocimiento totalmente independientes unas de otras, como la lógica, la filosofía puramente teórica, la física, la química, la biología, la medicina, la psicología, la sociología, la estética, la religión….Nos poníamos a mirar un árbol y cada una de sus ramas, olvidando lanzar una mirada completa al bosque.
En oriente el panorama cambia totalmente, países como la India y China, filosofía y religión están estrechamente unidas. La esfera del conocimiento está estrechamente vinculada a la esfera práctica. Las verdades del conocimiento son verdades de la práctica y viceversa. Este acento en la unión de lo que en occidente era autónomo fue lo que propicio que en oriente no emergieran doctrinas puramente teóricas sobre el mundo, el hombre o Dios. Porque ellos abarcaban una realidad completa, bajo un mismo plano, todo estaba interrelacionado y de alguna manera era imposible separar  estas esferas porque una no se da sin la otra. Hay una necesidad vinculativa en sus escritos, no parten el conocimiento en partes y las analizan, porque para ellos la relación entre distintos campos es tan evidente que resulta inseparable. El sometimiento a una práctica es esencialmente necesaria para la totalidad de las tradiciones orientales, y el Kriya Yoga de Babaji no es una excepción, se trata de práctica y experiencia, más allá de la lectura trascendental y el placer intelectual.