miércoles, 19 de septiembre de 2018

Kriya Yoga, Matrix, Platón y Schopenhauer



Matrix, de sobra conocida por todos, es una obra con tintes de misticismo, que aborda a diferentes niveles el problema de la realidad aparente y la dualidad mente y cuerpo. Desde el comienzo de Matrix es ineludible pensar en la caverna platónica, la condición humana, prisionera de imágenes, esta vez en un mundo virtual.

En el mito platónico, unos individuos viven en el fondo de una profunda cueva desde que nacieron, atados de cabeza, pies y manos a un muro, ven constantemente unas sombras en movimiento proyectarse tras un fuego. Esas sombras que van y vienen es para ellos la única realidad, y cada vez que hablan creen que son las sombras quienes contestan, cuando en realidad son sus propios compañeros, que atados sin posibilidad de moverse, ignoran que están el uno junto al otro. 

Toman como real un mundo que es un completo engaño, y sumidos en la ignorancia continúan hablando con las sombras cuando los que contestan son individuos en la misma condición que él. En una ocasión, uno de los prisioneros logra zafarse y escapa por la pedregosa y empinada cueva. Al comienzo le duelen los miembros, ya que no está habituado a caminar, y le tiemblan las rodillas. Tras un esfuerzo va ascendiendo hasta llegar a la entrada y ve la luz del sol penetrar el corazón de la roca. Avanza dudando y cuando saca la cabeza al exterior es incapaz de ver nada. Sus ojos no están acostumbrados a tal luminosidad. Pasa un rato y con la mirada ya adaptada puede ver un entorno totalmente nuevo. Ve el cielo azul, los árboles del bosque a sus pies que se extienden como un mar de hojas, los pájaros y el sonido del agua corriendo. La salida de la ignorancia para ver el océano de lo real.

Comprendiendo su descubrimiento y lleno de dicha, corre a contarle a sus compañeros lo que ha visto, para sacarles de ese estado de ignorancia perversa en el que están envueltos. Pero nadie le cree, lo tildan de loco, él insiste sin lograr nada, hasta el punto de que lo intentan matar.

Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas  nos usan como fuente energética, y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos, muy similar al dibujo que traza la filosofía de Schopenhauer, que sólo encuentra dolor excepto por los breves paréntesis que ofrece la experiencia artística. 

La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad." Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que  no existe. A él lo real y la verdad le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no es demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes muy típico de las sociedades actuales. En la misma dirección Schopenhauer no es capaz de elevar el proyecto humano hacia la luz, y su obra se detiene ahí, a la espera de que alguien tome su legado y lo supere, (ese será Nietzsche, trayendo a la palestra la alegría incondicional de Zaratustra, que aprende a bailar por encima del mundo con una risa que abruma el corazón de felicidad).

La metáfora que se extrae de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, hemos asesinado la espiritualidad en una loca carrera materialista... sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. 

El ser humano se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, y el Kriya Yoga ofrece salvación en esta época de Kali Yuga y desesperación por hallar la felicidad.

Mientras que Matrix es un relato distópico, tanto Platón como el Kriya Yoga proyectan salvación más allá del mundo de las imágenes, es más, nuestra naturaleza no debe reposar en el mundo de imágenes e ilusión. Por un lado el mito de la caverna es una descripción muy fiel de lo que nosotros entendemos por maya, la ilusión distorsionante de la realidad que oculta las esencias de forma engañosa. Esa identificación total que tenemos con el cuerpo y nuestras circunstancias son las mismas que la de aquellos que permanecían encerrados en el fondo de la gruta. Se aferran tanto a la realidad que conocen que son incapaces de liberarse de la ilusión de maya. Cifra, el traidor de la película Matrix, al menos sabía que la realidad se rompió en pedazos. Las sociedades contemporáneas en cambio, nadan en la superficie del mercado y las apariencias y buscan la felicidad en modelos de éxito condenados al fracaso, hasta que uno se harta de la obra teatral desplegada a nuestros pies, llena de promesas publicitarias y oportunidades inimaginables pero de muy escaso resultado práctico. La publicidad tiene en cada producto una promesa de felicidad implícita, que muy poco tiempo dura hasta que caemos de nuevo en la desdicha.

El ascenso a la luz, la claridad y el conocimiento verdadero no está exento de un esfuerzo o realización, hay un camino que recorrer, tanteando entre las sombras y la húmeda roca hasta salir de la caverna, pero ante todo hay una esperanza, cuyos resultados inmediatos los encontramos en la práctica. Un aspecto crucial que se da en la práctica yóguica es la capacidad de liberación (samadhi) en esta misma existencia, incluso se genera un equilibrio físico y emocional desde el comienzo hasta la consecución del mismo. Esto es algo que uno experimenta cuando practica Kriya, desde la meditación hasta el pranayama bien llevados proporciona tranquilidad y bienestar. En el Kriya Yoga no debemos esperar a la muerte para una liberación, premio o castigo. La liberación se puede y se debe procurar desde este momento, sufro, quiero dejar partir el sufrimiento para tener una vida feliz, aquí y ahora. Al igual que la mayoría de las tradiciones espirituales orientales partimos de un estado de ignorancia de la que más vale liberarse para no seguir participando en el interminable drama humano. Es nuestra ignorancia la que nos pierde en los remolinos del pensamiento y las identificaciones a las que nos somete, que nos hace bailar como locos en las polaridades del placer y el sufrimiento. 

En los cuatro relatos encontramos la ilusión e ignorancia como punto de partida, pero es en el caso de Platón y el Kriya Yoga donde la salvación recae directamente en nuestros actos y pensamientos. Y esto es especialmente revelador, ya que la responsabilidad recae en nosotros como individuos. En el Kriya Yoga, Babaji nos dice: “Sé un héroe valiente que con un fuerte esfuerzo corta las engañosas y terribles imágenes, y su legión de fantasías, que surgen al azar y se asoman sin limitación en la espesura de la mente” – La voz de Babaji. La misma idea se expone con infinita belleza poética en el Bhagavad Gita, con Arjuna como protagonista. Lucha por ti, enciende la llama que llevas dentro y hallarás Satchitananda (existencia, conciencia y gozo). No depender de la autoridad externa para encontrar nuestro propio ser, trabajar con nosotros mismos desde nosotros mismos, en una mirada que se vierte hacia el interior para terminar revelando el poder y potencial que cada uno de nosotros lleva dentro. Es la forma de salir del Samsara, de la rueda de la vida y muerte, reencarnaciones que se suceden hasta que la mente sutil se purifique, del mundo de la dualidad o del Matrix, dependiendo de uno mismo y no de los otros. Buen karma felicidad, mal karma conlleva sufrimiento y preocupaciones, y no vale echar la culpa al vecino, al final dependemos de nosotros mismos el elevarnos y optar por el camino adecuado. Al igual que Neo, labrando el sendero, alcanzando una forma que parece no tener acotaciones.

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