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jueves, 19 de diciembre de 2019

Agastyar

“Agastyar está considerado como el primer Siddha, y uno de los siete sabios prominentes (sapta-rsis) que constituyen las autoridades de la sabiduría humana de los Vedas”.  (El Yoga de los 18 Siddhas, Antología de textos,  T.N. Ganapathy y Marshall Govindan, pg 67).

Agastyar parece ser el primer el Siddha. Las historias que se le atribuyen están en un orden cosmológico totalmente diferente. Se dice que Indra le pidió ayuda en su lucha contra los demonios del mar y Agastyar absorbió los océanos en su ayuda. En otra fue enviado al sur de la Tierra por Shiva para restablecer su equilibrio. También ejecutó a dos demonios, Vatabi y Villalba, que sembraban el terror y la destrucción. Se le atribuye la creación del Río Kaveri en sur de la India y algunos himnos védicos.

Fue el mismo Señor Muruga quien le inició, Agastyar recibió directamente las enseñanzas de un Dios. Sus logros están a la altura de sus enseñanzas. Participó activamente en la vida humana, y contribuyó enormemente al desarrollo de la sociedad. Fue un gran erudito, se le atribuyen 190 obras que abarcan diversas temáticas como medicina, astronomía, química, farmacia y cirugía. Su dominio sobre todos los planos le permitió divinizar su cuerpo y esquivar a la propia muerte pudiendo vivir durante cientos o miles de años. Alcanzó el samadhi en Tiruvanatapuram. No es de extrañar que muchos de los otros Siddhas recibieran sus enseñanzas y que sus discípulos alcanzasen cotas inimaginables.

Las enseñanzas de Agastyar podemos encontrarlas en el Tirumandiram. Sus poemas apuntan al potencial que encierra cada ser humano, cada uno de nosotros, para divinizarnos. El ser humano puede desprenderse de su ignorancia y deviene en una nueva condición ante la desaparición del ego. En ese momento el Jiva se convierte en Shiva. esto es, el individuo se convierte en dios. Nuestro verdadero Ser se funde en lo divino. “ Los jivas, que son eternos, han recibido vida y cuerpo de Siva/Sakti para que puedan deshacerse de sus impurezas primordiales y llegar a ser verdaderamente puros y libres.” (Tirumandiram, vol.1 pg 148, Traducción al inglés y notas del Dr. B. Natarajan, D. Lit. Edición de M. Govindan, M.A.)

Desde una perspectiva más familiar y cercana, podemos decir con ciertas cautelas que Platón venia a decir prácticamente lo mismo. El alma encarna en un cuerpo, y en el cuerpo olvida. Olvidamos lo que somos y nos dejamos arrastrar por las imágenes de la caverna, el mundo como apariencia. Curiosamente para Platón conocer es recordar, recordar que el alma, nuestro verdadero Ser  (purusa) pertenece al Mundo de las Ideas, a ”Shiva”. El camino de regreso a casa, la salida de la caverna platónica.

Este es el camino del yogui, el autoconocimiento más allá de los deseos que finaliza en el cumplimiento de la naturaleza misma en su estado más elevado. El yogui deja partir lo que no es para volver la cara a lo que es. Activa la energía primordial que descansa en la base de la columna para elevarlo a los centros superiores de consciencia. La forma más fácil y rápida de realizar el proceso es practicando yoga, sadhana. Dicen los Siddhas que tu felicidad depende de la cantidad de sadhana que hagas.

Algunos versos de Agastyar recogido en el volumen 1 del Tirumandiram:

424. El descenso de la Gracia
La gracia de Bindu descendió desde las montañas cubiertas de nubes, impregnó el universo y todos los rincones,
entró en Pranava y habita como Kundalini en Muladhara.

440. El ojo no se ve a sí mismo
Una arcilla, muchos los receptáculos; un Dios impregna a todas las especies; el ojo percibe cosas diversas (1) aunque a sí mismo no se ve.
Así es, no vemos al Dios que está en nosotros.

460. El Jiva tiene consciencia y deseos
Allí en el útero preñado,
el alma está en quiescencia primordial (estado turiya). Desde ese estado, Maya y su tribu la elevan
y le ortorgan Consciencia
y las ocho evoluciones de Maya -deseos y el resto. Así dicen las Escrituras, sagradas y verdaderas.

504. El Señor hace las cosas apropiadas para aquellos del tierno amor
A aquellos que están destinados a ser, dejadles que sean;
a aquellos que están destinados a no ser, dejadles que no sean;
a aquellos que están destinados a ir, dejadles ir;
a aquellos que están destinados a venir, dejadles venir.
El Todopoderoso Nandi lo muestra todo y es testigo de todo.
Todas las cosas apropiadas Él hace
para aquellos que Le aman con ternura.






miércoles, 11 de diciembre de 2019

Los 18 Siddhas de la tradición Tamil

Uno de los linajes de Kriya Yoga es el de los Siddhas de la tradición Tamil. Se dice que 18 Siddhas, esto es, seres perfectamente iluminados, constituyeron el inicio de un movimiento milenario que estamos recuperando en estos días. Su sabiduría estaba más allá de la comprensión humana, sus conocimientos sobre medicina, anatomía, astronomía y el funcionamiento del cuerpo y de la psique humana estaban a un nivel totalmente diferente. Ellos representan la personificación del Tantra, no como comúnmente se malinterpreta sugiriendo sexo y desenfreno. Tantra significa red, y estos seres perfectamente iluminados abogaban por la autorealizacion sin la renuncia ni del mundo ni del cuerpo.  no solo podían glorificar al Ser sino que también divinizaban su cuerpo, rompiendo los límites que generalmente éste representa, llegando a vivir durante cientos e incluso durante miles de años. Su legado permanece en frágiles hojas de palma, que la actual a Orden de Los Acharyas del Kriya Yoga de Babaji intenta recuperar y salvar a toda costa. La fragilidad de las hojas de Palma hace que unas inundaciones, (como ya ha sucedido), o cualquier tipo de catástrofe puedan provocar la desaparición total de esta sabiduría milenaria.

Se dice que los Siddhas entraban en profundos estados de samadhi que duraban meses y en ocasiones hasta años, escribían unos versos como regalo a los honestos aspirantes que son recogidos en el Tirumandiram, una obra magna que aglutina las perlas de estos seres realizados de la tradición Tamil Nadu y que han sido recientemente publicadas, después de permanecer desaparecidas durante muchos años. Es un trabajo titánico que poco a poco va saliendo a la luz.

Los Siddhas no adoraban a ningún Dios concreto, ni tenían una religión predilecta, huían de las élites religiosas y de cualquier forma de pensamiento cerrada y excluyente. Atacaban los sistemas de casta, los fanatismos, la instauración de credos impuestos y elevaban su vida al amor y a Dios. Su estilo de penumbra, oculta sus significado ante los ojos de los curiosos, asegurando así que su legado fuese comprendido por aspirantes honestos. Uno de los Siddhas reconocidos por la tradición es Patanjali, autor de los Yogasutras, representado con medio cuerpo humano y la parte inferior de serpiente, aludiendo al poder de la Shakti que reside en cada uno de nosotros.

Aquí dejo una representación de Boganathar, uno de los grandes maestros de Kriya Babaji Nagaraj.



jueves, 24 de enero de 2019

Nisargadatta Maharaj



Anoche sentí un estruendo que hizo temblar todo mi interior. Era el final de una larga serie de días y noches escuchando a un sabio redoblar los tambores que yacen en la tierra. El nombre de ese sabio (jnani) es Nisargadatta Maharaj. Fue a raíz de la lectura de la Trilogía del Kriya Yoga de Babaji que escuché por primera vez la palabra jnani. Un jnani es un sabio auto realizado por la vía del conocimiento. Jnana quiere decir sabiduría, la “i” agregada consuma a aquel que la encarna. En varias momentos de la Trilogía del Kriya Yoga de Babaji, se nos presenta al más conocido y majestuoso de los jnanis del siglo XX, Ramana Maharshi, el sabio de Arunachala, (que por cierto, merece una o varias entradas en este blog de forma obligada). Fue entonces que azotado por un impulso devorador busqué más datos sobre la figura de Ramana Maharshi, visualicé documentales, textos y comentarios sobre los textos del gran maestro del “silencio”; (Hay un documental ganador del festival de Cannes en 2015 que nos presenta su figura, “Jnani”, se puede encontrar en YouTube con subtítulos en 25 idiomas diferentes que recomiendo ver encarecidamente).

Consecuencia de dicha búsqueda leí unos comentarios de David Godman (gran recopilador, escritor y divulgador inglés de diferentes maestros advaita), sobre un jnani cuyo nombre es Nisargadatta Maharaj. Había pasado unas cuantas semanas dedicando varias horas al día a Ramana Maharshi, así que pensé que una evolución natural era leer a Nisargadatta Maharaj, además tenía tiempo y me sentía con cierto impulso. Encontré con facilidad su obra más emblemática, “Yo soy eso” y comencé su lectura.

Lo que en esas páginas me encontré fue inmensamente revelador. Cada día me sumergía en constantes torrentes de palabras que hacían vibrar hasta la última célula de mi cuerpo. Las conversaciones recogidas con los visitantes que acudían a verle me dejaban perplejo. Gente de toda condición, eruditos, escépticos, ateos, religiosos, curiosos, indios, occidentales, mujeres, hombres… o quien quiera que se acercase, era quemado por el calor de sus palabras. Nisargadatta es un jnani osado, interrogador, provocativo, nada de esa imagen preconcebida de un sabio que sólo habla cuando aterriza en este mundo. A él le gustaba la conversación y animaba a que le preguntasen. Era capaz de desmoronar a las mentes seguras de ideas inamovibles como el acero y reducir sus argumentos a una bola de papel, como si un elefante aplastase a una hormiga, tal era su fuerza. La historia se repite capítulo tras capítulo, alguien se acerca a hacerle una visita, se presenta y cuenta algunos detalles de su vida, (su profesión, su práctica, su sadhana, qué le trae por la India, los maestros que ha conocido o visitado), y Nisargadatta le instiga a preguntar. La cantidad de conversaciones es interminable, (el libro tiene más de 500 páginas), y en ninguna encontramos una pregunta o enigma que no sea capaz de dar respuesta con un profundo significado.

Libre de contradicciones o paradojas se desenvuelve como un cocodrilo gigante en el cauce del río. Sabía exactamente el lugar en el que sus interlocutores se encontraban y prendía la llama en su punto más débil, a modo de un fuego rojo y abrasador de argumentos y teorías dejaba totalmente destruidas las certezas del visitante. Jamás he visto a nadie contestar a una infinidad de cuestiones de semejante calado como él hace, como si de un cazador se tratase, hostigaba a cualquiera de las mentes que se acercaban a su bosque y les daba caza reduciéndolas a cenizas. Cual cazador se vale de herramientas poco refinadas, y así se mostraba Nisargadatta, él no era un erudito ni un estudioso, sólo necesitaba sus flechas y su afilada navaja para dar muerte irrevocable a las argucias de la mente de todas las criaturas mortales que se presentaban ante él. No había trampa alguna, ni tampoco trucos, sino el inconmensurable poder que puede adquirir la palabra en manos de un sabio advaita auto realizado, todo estaba ahí, tan cristalino y claro como es el agua de un arroyo que acaba de nacer.

Durante dos meses le dediqué la mayor parte de mi tiempo, leyendo y releyendo las preguntas y respuestas de todas las conversaciones recogidas. Nadie puede no verse reflejado en una buena parte de las cuestiones que allí se plantean, como si un destello apareciese sobre el alma, la despierta y la vuelve mirada atenta de lo que acontece. A cada cuestión sobrevenía una respuesta que poseía el poder y el fulgor de las estrellas. En un ejercicio de mayeútica socrática como nunca había encontrado, Nisargadatta es capaz de posarse en la noche más oscura del alma y encender una bengala. Con una agilidad mental innata, espontánea, impredecible hasta decir basta, el corazón del aspirante se derrite como cualquier cuerpo que se acerca a la superficie solar...

No ha sido una lectura fácil, la cantidad de información reveladora que uno tiene necesariamente que absorber obliga a una lectura pausada y seguida de una meditación. Pero no por su abstracción o por su lenguaje enrevesado, sino para poder digerir la ingente cantidad de cambios que su sabiduría suscita en cuestiones sumamente capitales. A veces quería seguir leyendo y devorando páginas para ver si mi asombro se saciaba, pero era imposible, mi pequeña mente filosófica era incapaz de seguir el ritmo de semejante león de Dios, como si una lluvia de cometas impactasen en lo profundo de mi ser. Cuando terminé el libro no tenía ninguna duda de que lo más sensato era comenzarlo de nuevo. ¡Om Kriya Babaji Namasté!