martes, 9 de octubre de 2018

Nietzsche y los Siddhas, un estilo de penumbra


En estos días estoy estudiando el libro “El Yoga de los Siddhas”. Un siddha es un maestro realizado, perfecto, que ha despertado todos los siddhis, algunos incluso mantienen un cuerpo inmortal al paso del tiempo. Algunos de sus testimonios permanecen escritos en hojas de palma. Un equipo de eruditos indios trabaja con la Orden de los Acharyas del Kriya Yoga de Babaji, rescatando y traduciendo todo el material posible. 

Sus poemas son difíciles de descifrar, lejos de la poesía a la que uno puede estar habituado, su lenguaje oscuro y enigmático impiden una lectura precipitada. Es una filosofía difícil de penetrar, ya que los conceptos que intentan expresar son vivencias que difícilmente pueden recluirse en las palabras, la vida no puede encerrarse en un mar de definiciones o sistemas pues estos se ven seriamente desbordados. Definir en griego significa poner límites, el legado de estos grandes seres no se pueden valer del uso general del lenguaje, al igual que nuestros dedos no pueden retener el agua, esta siempre termina escurriéndose de las manos. Es por eso que se valen de poemas, cuya simbología acompaña a la intuición. La poesía como género permite jugar con las palabras dotándolas de nuevos e inusuales proyecciones. 

Es por eso que Nietzsche, en boca de su profeta Zaratustra, expresa con musicalidad y oscurecimiento la filosofía que pretende abrir un nuevo cielo para un hombre nuevo. Nietzsche percibió con claridad esta dificultad, la meta de su filosofía era tan radicalmente nueva que transformó por completo la forma de escribir filosofía. Su Zaratustra pretende hacer vibrar y bailar a las palabras, dotándolas de una genuina fuerza y significado, electrocutando al lector provocando el nacimiento de diferentes imágenes que estallan en su cabeza. Como indica S. Zweig, en su libro “La lucha contra el demonio”, la filosofía de Nietzsche es parecida a un torrente, siempre en zigzag de meandros y corrientes violentas.

Aunque en occidente somos más dados al orden y al discurso intelectual, encontramos aquí ejemplos de grandes exponentes que se valen de recursos similares para intentar alcanzar un más allá de los significados, que de otra forma no sería posible. Ambos estilos se sienten cercanos por las mismas razones, tanto los siddhas como Nietzsche hacen bailar el lenguaje con el fin de llegar donde no se puede llegar, obligan a zambullirte e intentar ir más allá. Son libros pictóricos, asimétricos, discontinuos y concéntricos. Deben leerse como fogonazos e iluminaciones, tienen un elaborado estilo de brillantes instantáneas mentales. Crean música verbal minando la fuerza manipuladora de las palabras. Obligan al lector de mirada atenta a descender por salvajes torrentes de significados aparentemente contradictorios desembocando en nuevas y fértiles tierras, donde el corazón de las palabras parece no agotarse nunca.

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