sábado, 13 de octubre de 2018

Entrevista a Nityananda sobre Kriya Yoga

– ¿Qué es el Kriya Yoga de Babaji?
El Kriya Yoga de Babaji es un linaje de Yoga, de los muchos que hay, viene de un maestro que se llama Babaji. Pero no es un culto, no es un sistema de creencias, es una práctica. Nuestro Kriya Yoga se origina en 1954, cuando Yogui Ramaiah, profesor de mi profesor, recibió las 144 técnicas o kriyas del Kriya Yoga de Babaji. ¿Quién es Babaji? Un maestro que está en el Himalaya. Muchos linajes vienen de maestros del Himalaya, Babaji es uno de ellos. Yogui Ramaiah recibió estás kriyas y se las enseñó a diferentes personas, entre ellas a Govindan Satchidananda, mi profesor. Govindan me enseñó todas estas técnicas, como se las ha enseñado a mucha gente por todo el mundo, y a mí – junto a una treintena de personas más – me formó para poder enseñarlas. Llevo unos dieciocho años enseñando Kriya Yoga, y estoy autorizado por él a dar los tres niveles de iniciación.
– ¿Qué significa “Kriya”?
“Kriya” significa “acción con consciencia”. La consciencia es el vehículo y la meta del Yoga. La respuesta rápida a la pregunta “¿quiénes somos?” es “nosotros somos consciencia, consciencia gozosa”. El problema está en que nos identificamos con nuestras percepciones, nuestras emociones y nuestros pensamientos. Esta identificación nos hace olvidar nuestra naturaleza esencial, y eso es lo que nos produce sufrimiento. Estamos en una montaña rusa, subimos arriba con el placer y bajamos abajo con el dolor, físico, emocional o mental. En el centro de la montaña rusa, justo en el centro de la rueda, hay un espacio que está más allá de las dualidades. Ése es el espacio de la consciencia pura. Todas las técnicas del Kriya Yoga están diseñadas para desarrollar finalmente la consciencia, y llevarla a cada una de nuestras actividades de la vida diaria. El Kriya Yoga no es un yoga para huir del mundo o para trascenderlo, sino para transformarlo, para llevar nuestra consciencia, nuestro ser real, a cada ámbito de la vida diaria.
Nityananda
Nityananda
– ¿Es un yoga clásico, cuántos años puede tener?
Algunas de sus técnicas son de una antigüedad que ni se sabe. Las técnicas fueron recopiladas y sintetizadas por Babaji en 1954, muchas de ellas son muy anteriores, pero, digamos, fueron puestas al día y adaptadas a las necesidades del hombre de nuestros días.
– ¿Qué resultados puede notar la persona que practica Kriya Yoga, especialmente si nunca antes ha practicado nada? Yogafest va especialmente dirigido a estas personas que no tienen experiencia previa en el Yoga.
Existen diferentes niveles de práctica y de compromiso en el Kriya Yoga. Se dan tres iniciaciones; las técnicas más importantes, las más básicas son las que se enseñan en la primera iniciación. El mínimo de práctica son veinte minutos por la mañana y veinte por la tarde, más una hora de asanas. ¿Qué puede uno esperar cuando practica? Una mejora de tu vida, en la medida en que aprendes a sintonizar con la parte más elevada de ti y a recibir inspiración para tu vida diaria a través de una serie de meditaciones. También tienes una técnica de respiración, la más importante de todo el Kriya Yoga, que además de aquietar tu mente, hacer que respires mejor, hacer que vivas más años por la óptima absorción el oxígeno a través de la respiración, acelera tu crecimiento personal, porque activa la energía y la mueve a través de los centros de consciencia – lo que llaman “chakras”. Kriya es “acción con consciencia”; cuando haces esta respiración, día a día, de forma sutil, sin prisas, expandes tu propia consciencia al expandir los chakras. En resumen, la gente que practica el primer nivel nota una mejor calidad de vida, recibe inspiración para mejorarla y tiene una fuente de tranquilidad y serenidad para afrontar los retos diarios.
– ¿En el Yoga, es lo mismo “realización” que “iluminación”?
– Para mí no. No uso la palabra “iluminación”, viene del budismo, no del Yoga, y además no la entiendo. En Yoga hablamos de la realización del Ser. El Ser es lo que tú eres en realidad. El problema de la condición humana es que nos identificamos con cosas que no somos en realidad. Los Siddhas (maestros del Yoga) definieron al Ser como Sat-Chit-Ananda, Existencia-Consciencia-Gozo. La condición humana es que pierdes de vista tu naturaleza esencial y te identificas con percepciones, sentimientos y pensamientos. Y todos éstos son duales, lo que quiere decir, tienen un aspecto de placer, alegría, y otro de sufrimiento. Y los dos no se pueden separar. La consciencia, tu ser real, no es dual, es un gozo que no depende de las circunstancias, está ahí siempre presente. Los Siddhas decían que estamos soñando con los ojos abiertos, estamos perdidos en las ensoñaciones y patrones de nuestra mente y de nuestro subconsciente. Cuanto más estás dominado por estos patrones más predecibles son tus actos y menos libertad tienes en tu vida. Hay gente que lleva unas gafas grises y piensa que todo el mundo es gris. Todos estamos condicionados por nuestros patrones inconscientes – esto en realidad es una forma de karma. El antídoto para esto es Kriya, la consciencia. Es ese espacio que hay entre tú y todo lo que sucede. En la medida en que metes consciencia dentro de ti mismo descubres esos patrones de limitación, y al hacerlo eres libre de seguirlos o no. Un Siddha, alguien que tiene la realización del Ser, es absolutamente impredecible, porque no está limitado por sus propios patrones mentales.
– ¿Hasta qué punto es impredecible?
Mira a Jesús, en un momento te hablaba de amor y al momento siguiente expulsaba a los mercaderes del templo. Nadie sabía por dónde iba a salir Jesús. Por eso era tan peligroso. Los maestros son muy peligrosos.
– Hay gente que le tiene miedo a que en el Yoga este la palabra “dios”, que esté la palabra “espiritualidad”…
Hay tres palabras que procuro no usar nunca, justo las has dicho. Una ya la conoces, es “iluminación”. Otra palabra es “dios”, y la tercera es “espiritualidad”. ¿Por qué? Porque son tres palabras que, aunque parece que estamos hablando de lo mismo, cuando las usamos cada uno está pensando en una cosa diferente, hablamos de cosas absolutamente dispares para cada persona.
– ¿Son diferentes por lo que ha vivido cada uno?
Y por las creencias de cada uno. Hablas de “dios” y uno pensará en un abuelito en camisón sentado encima de una nube. Otra persona pensará – ahora está muy de moda – en “una energía, hay una energía”. La gente piensa en cosas muy dispares, muy diferentes. Afortunadamente – y lo digo porque no tengo que entrar en este interminable mundo de creencias personales – el Kriya Yoga no es un sistema de creencias; yo no enseño creencias, enseño técnicas. Los Siddhas no perdían tiempo en creencias. Te decían, “toma esta técnica, practica y dentro de un año vuelves y me explicas”. A través de las siete meditaciones de Kriya Yoga puedes aprender más sobre el funcionamiento de la mente, mediante tu experiencia directa, que leyendo cien libros sobre la mente. 
Yo uso el término “Ser”, más que “dios”. Y si me preguntas qué es la espiritualidad, para mí es el estudio de la mente, de sus fluctuaciones y creaciones, y la experiencia de la consciencia gozosa detrás de la mente. Y también todo el mundo piensa en cosas dispares al hablar de espiritualidad: viajes astrales, magia, visiones…al final todo esto está condicionado por la mente. El objeto de estudio es tu propia mente, todos estos fenómenos sutiles pasan a través de ella. Tienes que saber cómo funciona la mente para poder experimentar justo lo que hay detrás de ella: existencia, consciencia, gozo, tu ser real.
– Para acabar, algún consejo para las personas que no conocen el Yoga ni el Kriya Yoga.
Mi consejo para los que empiezan es decirles que el Yoga tiene muchas escuelas, maestros y linajes, que se permitan la libertad de experimentar y que al final se queden con lo que mejor les vaya. Cuando enseño Kriya Yoga se lo digo a la gente: dale una oportunidad a las técnicas, experiméntalas, y al final sigue lo que te vaya mejor. 
– ¿Es difícil de practicar?
No, es muy fácil. Una de las características del Kriya Yoga de Babaji es la extrema simplicidad de las kriyas. A través de unas técnicas muy sencillas puedes tener comprensiones y resultados muy profundos. Y creo que esto se hizo a propósito.


http://vwymf.com/2018/10/04/entrevista-con-nityananda-2/

martes, 9 de octubre de 2018

Nietzsche y los Siddhas, un estilo de penumbra


En estos días estoy estudiando el libro “El Yoga de los Siddhas”. Un siddha es un maestro realizado, perfecto, que ha despertado todos los siddhis, algunos incluso mantienen un cuerpo inmortal al paso del tiempo. Algunos de sus testimonios permanecen escritos en hojas de palma. Un equipo de eruditos indios trabaja con la Orden de los Acharyas del Kriya Yoga de Babaji, rescatando y traduciendo todo el material posible. 

Sus poemas son difíciles de descifrar, lejos de la poesía a la que uno puede estar habituado, su lenguaje oscuro y enigmático impiden una lectura precipitada. Es una filosofía difícil de penetrar, ya que los conceptos que intentan expresar son vivencias que difícilmente pueden recluirse en las palabras, la vida no puede encerrarse en un mar de definiciones o sistemas pues estos se ven seriamente desbordados. Definir en griego significa poner límites, el legado de estos grandes seres no se pueden valer del uso general del lenguaje, al igual que nuestros dedos no pueden retener el agua, esta siempre termina escurriéndose de las manos. Es por eso que se valen de poemas, cuya simbología acompaña a la intuición. La poesía como género permite jugar con las palabras dotándolas de nuevos e inusuales proyecciones. 

Es por eso que Nietzsche, en boca de su profeta Zaratustra, expresa con musicalidad y oscurecimiento la filosofía que pretende abrir un nuevo cielo para un hombre nuevo. Nietzsche percibió con claridad esta dificultad, la meta de su filosofía era tan radicalmente nueva que transformó por completo la forma de escribir filosofía. Su Zaratustra pretende hacer vibrar y bailar a las palabras, dotándolas de una genuina fuerza y significado, electrocutando al lector provocando el nacimiento de diferentes imágenes que estallan en su cabeza. Como indica S. Zweig, en su libro “La lucha contra el demonio”, la filosofía de Nietzsche es parecida a un torrente, siempre en zigzag de meandros y corrientes violentas.

Aunque en occidente somos más dados al orden y al discurso intelectual, encontramos aquí ejemplos de grandes exponentes que se valen de recursos similares para intentar alcanzar un más allá de los significados, que de otra forma no sería posible. Ambos estilos se sienten cercanos por las mismas razones, tanto los siddhas como Nietzsche hacen bailar el lenguaje con el fin de llegar donde no se puede llegar, obligan a zambullirte e intentar ir más allá. Son libros pictóricos, asimétricos, discontinuos y concéntricos. Deben leerse como fogonazos e iluminaciones, tienen un elaborado estilo de brillantes instantáneas mentales. Crean música verbal minando la fuerza manipuladora de las palabras. Obligan al lector de mirada atenta a descender por salvajes torrentes de significados aparentemente contradictorios desembocando en nuevas y fértiles tierras, donde el corazón de las palabras parece no agotarse nunca.

martes, 2 de octubre de 2018

Ego, idealismo y Kriya Yoga


Atendiendo a la etimología de nuestra lengua, la palabra “persona” proviene del griego, del término prósopon, que significa máscara. Máscara en griego está formado por dos palabras pros (delante) y opos (cara). Eran empleadas en el teatro, los intérpretes las usaban para aludir los sentimientos de los personajes y ganar expresividad ante los espectadores.

Siguiendo este hilo etimológico vemos que las personas, el ego o la identidad, apuntan a la existencia de máscaras, muy atribuibles por cierto a la “personalidad” de la gente. Hagamos una pequeña película muy aplicable a la gran mayoría de personas que conocemos.

Desde el momento del nacimiento, todas las personas se van desenvolviendo en un entorno, acompañado de los primeros cuidados esenciales de sus padres, que le alimentan y protegen en sus primeras pasos. Muy temprano también empieza a recibir una educación, que suele extenderse hasta la edad adulta, y que ésta a su vez, es permeable a numerosos condicionantes culturales, que corresponde a una época histórica concreta. A ello habría que añadirle algunos condicionamientos genéticos que en ocasiones inclinan la balanza, así como todas las experiencias ordinarias o extraordinarias que a uno le toca vivir. Podemos decir que esa es la receta de la personalidad e identidad que con los años la gente va forjando.

Es un buen cóctel de infinitas particularidades y combinaciones, en la que la mente elabora una identidad para sobrevivir en el mundo, al que también podemos referirnos como ego, yo o identidad personal. Desde ese centro de mando tan consolidado por los años, diseccionamos y comprendemos la realidad, la interpretamos desde la ventana que hemos construido, juzgamos y valoramos las diferentes situaciones vitales que se suceden constantemente y sin descanso en lo que llamamos vida. 

Bajo esa creación de la personalidad valoramos desde nuestra perspectiva lo que está bien o lo que está mal (la moral), también establecemos lo que es deseable o repudiable para cada uno de nosotros, decretamos el significado de éxito o fracaso en nuestra cabeza, y así indefinidamente se forja la perspectiva bajo la que interpretamos el mundo. Siguiendo el hilo de la exposición podemos entender que a una buena parte del planeta le gusta comer cerdo, mientras que un judío lo tiene prohibido y ven mal en ello. En occidente el consumo de alcohol está al orden del día mientras que otras culturas lo tienen vetado. Y se podría continuar así con cientos y cientos de ejemplos propios de cada civilización y sus costumbres.

Con los cambios históricos también sucede, y cada época y lugar, por los detalles comentados muestran sus particularidades y su forma de ver el mundo. No entramos aquí a valorar dichos condicionamientos culturales, tan sólo subrayar la diversidad de puntos de vista que existen y podemos encontrar. En la época de mi abuelo besuquearse con la pareja en plena calle era provocador y de mal gusto, hoy se puede ver como algo romántico y nada insultante. Que las perspectivas del mundo varían según lo antes mencionado es algo evidente y podríamos seguir así, con numerosos ejemplos hasta que nos cansemos.

Lo que aquí conviene subrayar básicamente es que cada uno tiene una perspectiva de las circunstancias que le rodean, y su mente como vehículo conductor se va forjando sosteniendo un tipo de ideas u otras, y que al final le hacen a cada uno ver el mundo con sus ojos, o desde su ventana, sin que necesariamente el vecino lo comparta. Aquí surge una tremenda paradoja, y es que habitando un mismo mundo, cada uno lo interpreta desde su sillón. La mente va partiendo y dividiendo la realidad y de ella surgen las ideas a las que adherirse. 

Aunque filósofos como Anaxagoras y Platón albergan en su filosofía el germen de estas preguntas radicales, la problemática se desarrolla especialmente mucho más tarde. Los filósofos del siglo XIX abordaron estos enredados problemas que se da entre los contenidos de mi mente y el mundo, filósofos de la talla de Leibniz, Kant, Hegel o Berkeley se encuentran entre ellos. El idealismo es quizás la escuela que más empeño puso en destripar estas cuestiones. 
A modo de resumen podríamos decir que la tesis idealista  considera la idea como principio del ser y del conocer, y que el mundo es, en cierto modo, una creación mental. Más allá de nuestra mente, lo que concebimos por realidad exterior, no es verdaderamente real. Conviene subrayar esto para evitar críticas absurdas, que estos pensadores aludían a los procesos mentales. Si ves un tigre en el jardín de tu casa, corre. Si un tejado se desprende apártate. Que de la bellota sale un roble no cabe discusión, es importante recordar que lo que aquí trataban es la elaboración de la propia visión del mundo mediante los complejos procesos de la mente.
Para la corriente idealista, toda realidad exterior no es más que el producto de una idea que proyecta nuestra mente. Idea proviene del griego, su raíz es idein, que significa “ver”.  Aunque el idealismo tuvo diferentes ramas (objetivo, subjetivo, absoluto, trascendental...) nosotros nos centraremos, acorde al tema que estamos tratando, en el denominado idealismo subjetivo. De él se desprende las siguientes ideas importantes, a saber:
1- Que el mundo exterior no es autónomo, sino más bien depende del sujeto que lo percibe.
2- La construcción de lo que tomamos por mundo o realidad, no es más que un conjunto de ideas que no existen fuera de nuestra propia mente.
Schopenhauer en su obra magma, “El Mundo como Voluntad y Representación” decía a su manera, que el sujeto “es el ojo que todo lo ve”.
Toda la problemática que hemos descrito aquí, adquiere un nuevo significado si lo tratamos desde la perspectiva de la filosofía oriental, a la par que se libra de un plumazo de los numerosos obstáculos que van saliendo en el camino, y es que a la postre, nosotros no somos los contenidos de nuestra mente. 
Desde diversos tipos de yoga y otras tradiciones espirituales, como el budismo o el taoísmo, (solo por citar algunas), los contenidos de la mente no es lo que nos define. Esto choca frontalmente con las ideas instauradas en nuestro tiempo e impuestas por nuestras sociedades desde diferentes frentes, ya que en nuestro entorno inmediato se potencia constantemente, yo soy esto, yo soy aquello, yo, yo yo yo... y esta extraña enfermedad hace que deambulemos por el mundo como gallina sin cabeza, no sin pagar un alto precio por ello. Para entender esta postura lo primero que uno tiene que hacer es bajarse del caballo, darse un baño de desapego y observar dentro de sí. 
Percatarse de que uno no puede definirse por los contenidos de la mente, por su trabajo, posición social o la idea de éxito que haya desarrollado con mayor o menor eficacia. La individualidad instalada debe desaparecer del escenario, una renuncia valiente que muy pocos son capaces de intentar. El ego en nuestros días ha llegado a un estado de desarrollo endémico potenciado por la tiranía de la  belleza  y felicidad constante que proyectan las redes sociales, que se proyecta sin descanso, a cada minuto, alimentando el falso ego que se toma como auténtico, en un proceso de identificaciones mentales que parece no tener fin. Todas las fotos de Facebook o Instagram llenas de sonrisas, viajes, comidas y cenas, bañadas por un porno esteticismo impecable que nunca revelan ni un ápice de insatisfacción. Obviamente la realidad es otra, no podía ser de otra manera, y el mundo sufre bajo ese manto de apariencias virtuales. Buena prueba de ello es el estrés, la ansiedad y la millonaria industria de pastillas antidepresivas.
Pero no hay que perder la esperanza, la seriedad de uno en este punto le puede llevar por nuevos caminos. Lo que aquí se propone es des-identificarte de tus procesos mentales, comprender que no conducen a tu esencia y que ni por asomo te constituyen, en otras palabras, los pensamientos no te definen. Aquí la verdadera identidad de uno es algo mucho más profundo, el ser de cada uno de nosotros late en el interior y permanece encubierto, pero no lo dejamos respirar porque todos nuestros pensamientos y sus ajetreos los sepultan en su fondo. Para sacar la joya que mora enterrada, hay que hacer limpieza de pensamientos, sacudir nuestra mente, que desde el nacimiento no ha parado de generar basura. ¿Y eso cómo se hace?...
En este punto creo que no hay recetas rápidas e inmediatas, por otro lado existen personas mucho más versadas e indicadas que yo para mostrar el camino. Lo que si se puede decir es que es un proceso gradual con diferentes ingredientes, quizás el más importante sea la meditación (dhyana). Con la práctica y el avance de la meditación uno puede ir apartando maleza para despojar el camuflaje hasta alcanzar el claro del bosque, donde la mente se aquieta y deja de parlotear. Ya decía el siddha Patanjali que cuando las oscilaciones mentales se detienen, uno reposa en su verdadera naturaleza, de otra manera su ser se moldeará y adoptará la forma de las oscilaciones de la mente, (YS-I, 3-4).