martes, 25 de septiembre de 2018

Dios como la sustancia infinita, advaita o no dualidad en Spinoza y Kriya Yoga



Las raíces del cristianismo y otras grandes religiones monoteístas, así como numerosas corrientes filosóficas, elevaron la idea de Dios como un creador, como un padre que mira y se preocupa de sus criaturas, planteando desde sus cimientos una metafísica dualista. Hay una dualidad, por un lado estamos arrojados a la existencia, que vivimos de forma separada de la divinidad como otros entes, y por otro lado está Dios, todo poderoso, arquitecto y relojero de todo el universo y cuanto existe, (de ahí el dualismo). Esta es la visión predominante a lo largo de la historia de occidente. Si lo que quiero es establecer una comparativa con el pensamiento que se desliza del Kriya Yoga de Babaji, y la filosofía occidental, con ánimo de tender puentes, pienso que el autor ideal para abordar este asunto, por su rigor, profundidad y extensión es Baruch Spinoza. Para ir hilvanando con riqueza las diferentes cuestiones haremos un breve trabajo comparativo: por un lado los principios de de la filosofía de Spinoza, descritas principalmente en su obra “Ética demostrada según el orden geométrico”, y los de la filosofía Yoga Siddhanta (entendiendo por ello la tradición Tamil del Yoga de los 18 siddhas).
Como punto de partida, Spinoza aboga por salir del problema de la dualidad (tan arraigado a la raíz en el pensamiento occidental), afirmando que el universo en su totalidad es una única Sustancia que todo abarca, nada está fuera o por encima de ella. La define como “por Dios entiendo el ser absolutamente infinito, es decir, la sustancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” (E, 1,6). Su posición, pese al enrevesado lenguaje metafísico, desde la que edificará su pensamiento es por lo tanto un monismo absoluto.
La filosofía Siddhanta parte un mismo eje o realidad, a saber, que todo lo que conocemos y lo que no conocemos es parte de la sinfonía divina, no diferente a nada, que todo tiene su causa y origen en un Absoluto, que contiene todo. En la trilogía de Kriya Yoga, concretamente en “La Llave Maestra para todos los males”, Babaji nos dice: 
“Yo soy el Ser Absoluto y Supremo, a la vez dentro y fuera de la finitud. Yo soy la Verdad, eterna y duradera. Yo soy el Único, todo en Mí mismo. Nada existe excepto yo, dentro y a través de todo lo que existe. Yo soy siempre Toda Existencia misma...Soy el Uno y el Todo y soy siempre todo Yo Mismo. Nada más existe” (LlMTM pág 246,247). El Kriya Yoga y la filosofía Siddhanta parte por tanto, del mismo modo, de un principio macro universal, un monismo absoluto.
Por lo tanto, para ambas perspectivas, “Dios es causa inmanente y no transitiva de las cosas” (E, I, 18),  la realidad no es una creación artífice de un arquitecto o relojero, al modo a que estamos acostumbrados (eso sería propio del dualismo, mundo/creador, obra/arquitecto, Creador/criatura), aquí el Absoluto lo abarca todo, nada es diferente de Él, todo está contenido. El místico alemán del siglo XIII, el Maestro Eckhart apunta claramente en la misma dirección, al decir “no hay Dios sin mi, ni mi sin Dios” afirmación que provocó el enfado y la reprimenda de muchos de sus contemporáneos.
En el caso de Spinoza dirá que nosotros, los seres humanos, los árboles y los animales... somos atributos de Dios, partes constituyentes de la Sustancia infinita. No se trata de igualar todos los planos, como tantas veces se pretende, el ser humano obviamente posee unas particularidades que lo hacen especial, sin caer necesariamente en el antropomorfismo. No quiero meterme de fondo en ello, apuntaba Sri Yukteswar (maestro de Yogananda), que entre otras cosas, la médula espinal del ser humano es única entre las criaturas (lo que significa que no todas las criaturas están en igualdad de planos).

En el despliegue de la vida hay una participación en lo divino, y a medida que iniciemos el desvelamiento de nuestra verdadera naturaleza, (conocer lo que somos), participaremos en mayor medida de la realidad divina en la que nacemos, siempre a través de nuestros actos y pensamientos. Todo es en Dios y sin él nada puede ser ni concebirse, lo cual apunta a que no se trata del Dios personal y trascendente de la teología, sino de la naturaleza  expansiva e indivisible. No es un determinismo sino, como veremos más adelante, es una co-acción de potencias, donde cada uno a través de sus actos dibuja su destino incrustado en un plano mayor.


Este es un punto crucial, ya que hay un esfuerzo mucho mayor por comprender lo que somos, que por describir pomposamente una filosofía que eleve un edificio cristalino de conceptos sin correlación con lo real. Tampoco se intenta juzgar o ridiculizar las diversas posiciones que fueron emergiendo a lo largo de la historia del pensamiento, Spinoza atiende a su experiencia personal con gran profundidad y grandes destellos de genialidad pariendo una filosofía realmente genuina. Hay un claro intento de dilucidar y conocer hasta las últimas consecuencias, pues lo que está en juego es la propia felicidad. 
La filosofía Siddhanta apunta en la misma dirección, la de la identificación y participación de la divinidad a través de nuestros actos y pensamientos, subrayando la comprensión o conocimiento por encima de los juicios particulares. Ambos planteamientos abogan por la comprensión inicial de la circunstancia humana, antes que juzgar la escena teatral que nos rodea desde nuestra tribuna personal. Sólo así podemos abrirnos paso en la telaraña de la existencia.
En palabras más sencillas, el ser humano pocas veces presta atención a ello, mira más al exterior que al interior, acostumbrado a buscar la felicidad siempre hacia fuera, en lo externo, como tan acostumbrados estamos. Las razones culturales y sociales que marcan esta etapa de la historia, la era global de las comunicaciones masivas, son diversas y complejas a la hora de sintetizarlas brevemente. Lo que si podemos dilucidar con claridad son sus consecuencias, donde nuestra cultura proyecta, como nunca antes, el alimento de la felicidad en lo externo y material, traducido en un consumismo desmesurado, el éxito, el mal entendido hedonismo, lo instantáneo y el dinero, que forman la piedra angular de la felicidad para la mayoría de las personas. Todo ello adornado por un nihilismo virtual propio de las sociedades híper tecnológicas que reduce la felicidad a la cantidad de “likes” que uno recibe. El cumplimiento de los estándares sociales instaurados externamente, especialmente la belleza, que en los últimos años se ha convertido en la tiranía del ego, incluso por encima de la propia salud, ejemplificado en que las personas antes querían salud, mientras que ahora prefieren tener un cuerpo diez. Incluso ahora se disculpa la ignorancia en aras de la belleza externa, puedes ser un bobo, pero si estás bueno, todo está bien, en ese punto estamos.
Es una carrera en la que estamos inmersos, que bajo una atenta mirada es una camino que lleva a ningún sitio. Si me va bien y cumplo los estándares antes mencionados, soy feliz, si no es así sufro. Por lo tanto, actualmente el bienestar o felicidad está en dependencia total con las circunstancias que a uno le envuelven, el foco está puesto en los elementos externos. Incluso cumpliendo la larga lista, la propia polaridad que genera el placer en la rueda del Samsara, hace que personas ricas y exitosas sean profundamente infelices, y eso es porque el ideal de felicidad que nos venden es una auténtica estafa.

Ello conduce a la larga a un camino de dolor, que no podemos evitar mientras el ruido del mundo no nos deje dilucidar algunas cuestiones esenciales. Atenazados por temores y alimentados por numerosas limitaciones, uno se pierde en la compleja trama de la vida humana y se ve totalmente arrastrado por ella. Ante esta circunstancia el dolor y el sufrimiento emanan como el magma de un volcán, desbordando nuestros proyectos e ilusiones, sin saber que es el miedo y la ignorancia, como si de un tiburón se tratase, que está jugando con su presa antes de devorarla en el fondo del océano.
En la filosofía del yoga ocurre lo mismo, parafraseando a Patanjali, aquel que no reposa en su naturaleza (el olvido o la ignorancia de lo que uno ES), está condenado al baile del mundo, adopta las formas de las oscilaciones de la mente, un devenir constante de imágenes y deseos que vuelven la vida misma, en último término, en un asunto agotador e incomprensible. La avidyia (ignorancia) le lleva a uno por laberintos oscuros gobernado por los acontecimientos que le rodean, en una rueda que gira a gran velocidad y nunca parece detenerse. Es el vivir en una ceguera permanente cuyo resultado es impredecible y doloroso hasta el agotamiento.
Spinoza señala que aquel que es capaz de elevarse del miedo y las supersticiones, el que ponga atenta escucha a su ser, obrará acorde a su naturaleza particular, que se traduce principalmente en alegría y participación de lo divino. Para Spinoza, conforme uno va descubriendo su verdadera naturaleza, su potencia de actuar se dispara, pasando a un mayor perfeccionamiento y participación de lo divino, su resultado es una vida feliz y serena, el propósito de toda ética. Es la salida de la ignorancia, la emancipación personal, la mayoría de edad que se decía en la Ilustración kantiana, el no plegarse al pensamiento ajeno sin antes observar uno detenidamente. Actuar haciendo oídos sordos, sin indagar en lo profundo de nuestro ser, conlleva un aminoramiento de la potencia del Ser mismo, traducido en imperfección y tristeza, arrastrado por las pasiones que dominan los actos de las personas bajo un falso velo de ejercicio de libertad.
Ante tal situación de profundo desconcierto, Spinoza señala la posibilidad de un empeño personal en transformar la propia vida, como verdadera prueba de su filosofía: 
«Después que Ia experiencia me había enseñado que todas las cosas que suceden con frecuencia en Ia vida ordinaria son vanas y fútiles, como veía que todas aquellas que eran para mí causa y objeto de temor, no contenían en sí mismas ni bien ni mal alguno a no ser en cuanto  que mi ánimo era afectado por ellas, me decidí, finalmente, a investigar si existía algo que fuera un bien verdadero y capaz de comunicarse y de tal naturaleza que, por sí solo, rechazados todos los demás, afectara el ánimo; más aún, si existiría algo que, hallado y poseído, me hiciera gozar eternamente de una alegría continua y suprema» TRE, parágrafo 1.
Encontramos numerosos obstáculos para tal propósito y su cumplimiento. El ser humano se cree libre cuando los actos del mundo le dominan, ignorando las fuerzas que conducen sus actos y voliciones, creyendo para sí mismo que tiene un perfecto gobierno de sí. Esa ignorancia le hace sentirse libre cuando no lo es, los afectos/afecciones externos dirigen sus actos y su grado de libertad es sumamente reducido mientras sea incapaz de ver el funcionamiento de su psique, más bien está totalmente determinado por las circunstancias que le rodean, no hay un por lo tanto un "actuar", sino más bien un zarandear de las pasiones que nos gobiernan fruto de nuestras deseos. Pero más allá de ese pesimismo inicial hay luz al final del camino, al alcance de los que afrontan los embates del alma y luchan por la alegría constante y elevada, encarnando un ideal de sabio que ha sabido elevarse por encima del mundo sin renunciar en ningún momento a él, más bien abrazándolo hasta las últimas consecuencias.

Por lo pronto la ignorancia y el miedo es uno de los principales males que recoge el filósofo holandés en aquellos seres humanos incapaces de encontrar una vía o camino para la felicidad, especialmente a la hora de nadar contra corriente. Por ello con frecuencia arropados por el temor y el desconocimiento se aferran a las supersticiones o las ideas vigentes sin cuestionarlas, intentando imponer su línea de pensamiento cada vez que ésta se vea amenazada, como tantas veces a pasado a lo largo de la historia. Lejos de pensar en utopías irrealizables Spinoza aboga por una reconversión expansiva, al igual que el Kriya Yoga, enfatizando que se puede ser feliz aquí y ahora, y que en resumidas cuentas es nuestra responsabilidad, y no vale echar las culpas al vecino:
“Todas las ciencias y quehaceres deben subordinarse a ese objetivo de perfeccionamiento (TRE, 15, 16), que desde nuestro punto de vista es desarrollar (vivir y explicar-entender) las interacciones temáticas entre naturaleza / conocimiento / alegría.”
Conducido al plano de la acción humana, la felicidad para Spinoza es el continuo poder-saber-gozar, que se retroalimenta sin fin, tanto en sentido ético como político (social, facilidad de convivencia). En el Kriya Yoga al referirse a la felicidad es comúnmente nombrada la tríada Satchitananda: existencia-conciencia-gozo. Queda  aquí clara la existencia de similitudes y puentes que en este caso se da entre el pensamiento oriental-occidental.  
De todo ello también se desprende el respeto escrupuloso por toda forma de vida que encaja en el pensamiento ecosistémico de Spinoza, a la par que con el yoga, donde ese respeto por todos los seres, se sostiene con la misma fuerza, como fácilmente cabría interpretarse, y de la que se desprende toda una filosofía que incluye el respeto a la naturaleza, arrastrada a una crisis tan profunda en estos días.
La filosofía Siddhanta apunta en la misma dirección, la de la identificación y participación de la divinidad a través de nuestros actos y pensamientos, subrayando la comprensión o conocimiento por encima de los juicios particulares. Ambos planteamientos abogan por la comprensión inicial de la circunstancia humana, antes que juzgar la escena teatral que nos rodea desde nuestra tribuna personal. Sólo así podemos abrirnos paso en la telaraña de la existencia. 

Es extremadamente importante no olvidar el control del deseo y los apegos, que resulta fundamental en esta lectura, y que en muchos casos constituye la esencia de toda la filosofía de Spinoza, la mirada atenta de nuestras voliciones, impulsos y apetitos son la base sobre la que construir ese estado de aceptación y alegría de la realidad sin  cortes o mutilaciones.


Como bien señala Luciano Espinosa Rubio, catedrático de la Universidad de Salamanca, experto y profundo conocedor del pensamiento de Spinoza, y uno de mis profesores más queridos:


"Visto con perspectiva amplia, habría que decir que la esencia humana consta de energía básica, cognición, sentimientos, actitudes e intereses radicales en el medio histórico, social y natural de la propia biografía... el control del deseo supone apertura y es un proceso constante, y su registro va desde la salud hasta la felicidad serena, lo cual incluye cultivar todos los aspectos de la vida y crear una cultura que propicie la expansión íntima del sujeto...Se trata al fin, de aligerarse de cargas innecesarias, de efectuar una terapia profunda de autoliberación, de aprender a humanizar esa energía primordial que compartimos con el árbol, el tigre y las estrellas" (IGS pg 72).
Más allá de la situación de profundo desconcierto, Spinoza señala la posibilidad de un empeño personal en transformar la propia vida, como verdadera prueba de su filosofía. Para terminar, vemos cómo ambos pensamientos apuntan al conocimiento y a la salida de la ignorancia para volver la cara a Dios, Ishvara o La Madre Divina. Así apunta a ello el Kriya Yoga de Babaji y también el propio Spinoza cuando dice:
Así, Ia suprema virtud y el supremo bien del alma es conocer al ser absolutamente infinito (Dios), fuente de todo ser y conocer, donde reside toda garantía y plenitud; saber en el que todas las naturalezas particulares confluyen sin divergencia posible, ya que tal comunidad en Ia virtud nace de Ia «naturaleza misma de Ia razón, pues ello se deduce indudablemente de Ia esencia humana misma, en cuanto definida por Ia razón, y el hombre no podría ser ni concebirse si no tuviera Ia potestad de gozar de ese supremo bien” (E, IV, 36 esc.)
Marshall Govindan viene a decir prácticamente lo mismo:
La persona de Auto-realización espiritual se convierte en un "trabajador divino", encontrando lo Divino no sólo en sí mismo, sino en todos los seres. Su igualdad integra el conocimiento, la acción y el amor, y los caminos del yoga de jnana, karma y bhakti prescrito en el Gita. Habiendo realizado su unidad con todo en la dimensión espiritual, su igualdad está llena de simpatía.” (YS, pág 223.)
Se ha visto, por otro lado, que no hay lugar para lo que suele llamarse sobrenatural, pero la intención última es rebasar la simplificación inevitable de términos como panteísmo, ateísmo...,  que apenas he utilizado, susceptibles tanto de una lectura mística como materialista, pero ambas unilaterales, reduciendo su significado a una igualdad de planos que no se corresponden y que podrían provocar una mayor confusión. También se ha visto como las verdades del Ser expresadas en el Kriya Yoga son compatibles con discursos filosóficos lejanos en el tiempo y el espacio, de figuras mucho más cercanas como lo fue el pensador holandés Baruch Spinoza.


Bibliografía:

Ética demostrada según el orden geométrico, Spinoza Baruch, traducción de Atilano Dominguez.

LlMTM Llave Maestra de Babaji para todos los males, Babaji Nagaraj, 2ed, 2003

TRE Tratado de la reforma del entendimiento, Spinoza Baruch, traducción Atilano Dominguez.

YS El Yoga de los 18 Siddhas, edición T.N Ganapathy y Marshall Govindan, 2003.

IGS Una interpretación general de Spinoza, Luciano Espinosa Rubio, Universidad de Salamanca 1997.




jueves, 20 de septiembre de 2018

Los Griegos y la reencarnación



Más allá de la ilusión y el consiguiente sufrimiento y desilusión que experimentamos a través de maya, (mundo como ilusión y engaño) el yoga señala que el Ser no puede morir, no perece. No sólo en el yoga, sino en la práctica totalidad del pensamiento oriental hay algo esencial en nosotros que permanece.

 El Bhagavad Gita en boca de Krishna, pone esta verdad sobre la mesa en sus primeros capítulos, donde Arjuna abrumado por las terribles dudas y acontecimientos que enfrenta, paralizado ante el comienzo de un batalla en la que se encuentran hermanos, maestros y amigos, deja caer su arco y se postra entre lagrimas incapaz de cumplir su cometido. Ante el temor de arrastrar a la muerte tanto a su ejercito, como a sus oponentes, entre los que se encuentran preciados seres, Krishna le aconseja, revelando una terrible verdad que le socavará su aturdimiento: 

II.10 Descendiente de Bhãrata, hijo de Hrishikesa, dijo Krishna sonriendo, y dirigiéndose a Arjuna:
11. Te lamentas por los que no deberías lamentarte, aunque hables sensatamente. Los verdaderos sabios no se angustian ni por los vivos ni por los muertos.
12. Nunca hubo un tiempo en que no existiéramos tú y yo, y esos conductores de hombres. Y tampoco dejaremos de ser en el futuro. 13. Como el Ser encarnado pasa por la juventud y la vejez, asi es el pasar a otro cuerpo. De esto no dudan nunca los sabios."
En occidente, el filosófico presocrático del siglo V a.C Parménides de Elea sostenía que lo que es no puede dejar de ser, y que de la nada o el no ser, no puede surgir el ser. Hay algo eterno e incorruptible en el ser, ajeno a la destruccion. F.Copleston lo resume de la siguiente manera: 
Resumida, su doctrina quiere decir que el Ser, el Uno, es, y el devenir, el cambio, no pasa de mera ilusión. Porque si algo empieza a ser, una de dos: o procede del Ser, o procede del No-Ser. Si viene del primero, entonces ya es... y, en tal caso, no comienza entonces a ser; si viene de lo segundo, no es nada, puesto que de la nada no puede salir nada. El devenir es, por consiguiente, ilusorio. El Ser es simplemente, y es Uno
Pitágoras, el filósofo y matemático griego, albergaba pensamientos sorprendentes. Según Diógenes Laercio, Pitágoras afirmaba que recordaba su vida pasada, y su envoltura pasada, siendo Etálides, hijo de Hermes. 
Que tiempo después de muerto, pasó al cuerpo de Euforbo y fue herido por Menelao. Que siendo Euforbo, dijo había sido en otro tiempo Etálides, y que había recibido de Hermes el don la transmigración del alma, como efectivamente transmigraba y circuía por todo género de plantas y animales; el saber lo que padecería su alma en el infierno y lo que las demás allí detenidas... cuando volvía de Troya consagró a Apolo su escudo, y que ya estaba podrido, quedándole sólo la cara de marfil. Que después que murió Hermótimo se pasó a Pirro, pescador delio, y se acordó de nuevo de todas las cosas, a saber: cómo primero había sido Etálides, después Euforbo, luego Hermótimo y enseguida Pirro”
Y finalmente, después de muerto Pirro vino a ser Pitágoras, y se acordaba de todo cuanto hemos mencionado. Vemos cómo en Grecia no fueron pocos los que vieron el ser como una sustancia inmortal que va migrando por diferentes seres. Antes de acabar con Pitágoras también diremos de él otros datos que resultan relevantes y cercanos a la filosofía Kriya Yoga. Valoraba el silencio, haciendo pasar a algunos de sus discípulos cinco años de estricto silencio antes de admitirles. También había un escrupuloso respeto por los animales, a los que prohibía maltratar, comer o sacrificar a ningún Dios. Sus contemporáneos quedaban maravillados por sus extraños y lejanos conocimientos.
Platón dirá que nuestro ser o alma es inmortal. Nuestra existencia es un mero transcurrir, venimos de un mundo perfecto, conocido por el Mundo de las Ideas, allí todo es completo e inmutable. Hay que recordar y poner énfasis en que este mundo no es imaginario, es un mundo real y perfecto, del que todos procedemos, mucho más real que la vida fenoménica que vivimos, pero ahora, atada nuestra alma a la cárcel del cuerpo, somos incapaces de recordar. Platón dirá más adelante que conocer es precisamente recordar nuestro estado de gracia inicial. También Spinoza indica en su Ética Demostrada según el Orden Geométrico, en una proposición que descoloca totalmente a más de uno de los que conocen el estilo y el rigor de su obra, que dice así: “hay algo en el hombre que es eterno”. 

En el Kriya Yoga de Babaji el ciclo de reencarnaciones se producirá hasta la propia liberación de cada individuo, antes o después, dependiendo de nuestros actos y nuestra propia responsabilidad, terminará el alma por fundirse con el Absoluto en comunión con él. Se trata de un perfeccionamiento gradual a través de un ciclo de reencarnaciones. De otra manera se seguirán precipitando y perpetuando la existencia terrenal, una tras otra vida, en diferentes cuerpos pero un mismo ser, hasta que nos cansemos del sufrimiento del teatro de la realidad y consigamos ponerle fin a la rueda del samsara, que bajo el influjo de su engaño y el estado de perpetua ignorancia a la que nos somete, nos condena inevitablemente a las polaridades del placer y el sufrimiento, siendo incapaces de avanzar hasta que nuestro karma purificado nos despierte del sueño liberándonos de las falsas impresiones de nuestra mente y sus interminables apegos, arrojando así un torrente de luz a nuestra verdadera naturaleza.



Referencias:
Diógenes Laercio, "Vidas de filósofos ilustres", trad. José Ortiz, ed. Iberia, Barcelona, 1962.

Frederick Copleston, “Historia de la filosofía Vol.I Grecia y Roma” ed. Paidos.

Bhagavad Gita, 7 edición de Consuelo Martín, Ed. Trotta, 2017

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Kriya Yoga, Matrix, Platón y Schopenhauer



Matrix, de sobra conocida por todos, es una obra con tintes de misticismo, que aborda a diferentes niveles el problema de la realidad aparente y la dualidad mente y cuerpo. Desde el comienzo de Matrix es ineludible pensar en la caverna platónica, la condición humana, prisionera de imágenes, esta vez en un mundo virtual.

En el mito platónico, unos individuos viven en el fondo de una profunda cueva desde que nacieron, atados de cabeza, pies y manos a un muro, ven constantemente unas sombras en movimiento proyectarse tras un fuego. Esas sombras que van y vienen es para ellos la única realidad, y cada vez que hablan creen que son las sombras quienes contestan, cuando en realidad son sus propios compañeros, que atados sin posibilidad de moverse, ignoran que están el uno junto al otro. 

Toman como real un mundo que es un completo engaño, y sumidos en la ignorancia continúan hablando con las sombras cuando los que contestan son individuos en la misma condición que él. En una ocasión, uno de los prisioneros logra zafarse y escapa por la pedregosa y empinada cueva. Al comienzo le duelen los miembros, ya que no está habituado a caminar, y le tiemblan las rodillas. Tras un esfuerzo va ascendiendo hasta llegar a la entrada y ve la luz del sol penetrar el corazón de la roca. Avanza dudando y cuando saca la cabeza al exterior es incapaz de ver nada. Sus ojos no están acostumbrados a tal luminosidad. Pasa un rato y con la mirada ya adaptada puede ver un entorno totalmente nuevo. Ve el cielo azul, los árboles del bosque a sus pies que se extienden como un mar de hojas, los pájaros y el sonido del agua corriendo. La salida de la ignorancia para ver el océano de lo real.

Comprendiendo su descubrimiento y lleno de dicha, corre a contarle a sus compañeros lo que ha visto, para sacarles de ese estado de ignorancia perversa en el que están envueltos. Pero nadie le cree, lo tildan de loco, él insiste sin lograr nada, hasta el punto de que lo intentan matar.

Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas  nos usan como fuente energética, y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos, muy similar al dibujo que traza la filosofía de Schopenhauer, que sólo encuentra dolor excepto por los breves paréntesis que ofrece la experiencia artística. 

La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad." Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que  no existe. A él lo real y la verdad le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no es demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes muy típico de las sociedades actuales. En la misma dirección Schopenhauer no es capaz de elevar el proyecto humano hacia la luz, y su obra se detiene ahí, a la espera de que alguien tome su legado y lo supere, (ese será Nietzsche, trayendo a la palestra la alegría incondicional de Zaratustra, que aprende a bailar por encima del mundo con una risa que abruma el corazón de felicidad).

La metáfora que se extrae de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, hemos asesinado la espiritualidad en una loca carrera materialista... sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. 

El ser humano se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, y el Kriya Yoga ofrece salvación en esta época de Kali Yuga y desesperación por hallar la felicidad.

Mientras que Matrix es un relato distópico, tanto Platón como el Kriya Yoga proyectan salvación más allá del mundo de las imágenes, es más, nuestra naturaleza no debe reposar en el mundo de imágenes e ilusión. Por un lado el mito de la caverna es una descripción muy fiel de lo que nosotros entendemos por maya, la ilusión distorsionante de la realidad que oculta las esencias de forma engañosa. Esa identificación total que tenemos con el cuerpo y nuestras circunstancias son las mismas que la de aquellos que permanecían encerrados en el fondo de la gruta. Se aferran tanto a la realidad que conocen que son incapaces de liberarse de la ilusión de maya. Cifra, el traidor de la película Matrix, al menos sabía que la realidad se rompió en pedazos. Las sociedades contemporáneas en cambio, nadan en la superficie del mercado y las apariencias y buscan la felicidad en modelos de éxito condenados al fracaso, hasta que uno se harta de la obra teatral desplegada a nuestros pies, llena de promesas publicitarias y oportunidades inimaginables pero de muy escaso resultado práctico. La publicidad tiene en cada producto una promesa de felicidad implícita, que muy poco tiempo dura hasta que caemos de nuevo en la desdicha.

El ascenso a la luz, la claridad y el conocimiento verdadero no está exento de un esfuerzo o realización, hay un camino que recorrer, tanteando entre las sombras y la húmeda roca hasta salir de la caverna, pero ante todo hay una esperanza, cuyos resultados inmediatos los encontramos en la práctica. Un aspecto crucial que se da en la práctica yóguica es la capacidad de liberación (samadhi) en esta misma existencia, incluso se genera un equilibrio físico y emocional desde el comienzo hasta la consecución del mismo. Esto es algo que uno experimenta cuando practica Kriya, desde la meditación hasta el pranayama bien llevados proporciona tranquilidad y bienestar. En el Kriya Yoga no debemos esperar a la muerte para una liberación, premio o castigo. La liberación se puede y se debe procurar desde este momento, sufro, quiero dejar partir el sufrimiento para tener una vida feliz, aquí y ahora. Al igual que la mayoría de las tradiciones espirituales orientales partimos de un estado de ignorancia de la que más vale liberarse para no seguir participando en el interminable drama humano. Es nuestra ignorancia la que nos pierde en los remolinos del pensamiento y las identificaciones a las que nos somete, que nos hace bailar como locos en las polaridades del placer y el sufrimiento. 

En los cuatro relatos encontramos la ilusión e ignorancia como punto de partida, pero es en el caso de Platón y el Kriya Yoga donde la salvación recae directamente en nuestros actos y pensamientos. Y esto es especialmente revelador, ya que la responsabilidad recae en nosotros como individuos. En el Kriya Yoga, Babaji nos dice: “Sé un héroe valiente que con un fuerte esfuerzo corta las engañosas y terribles imágenes, y su legión de fantasías, que surgen al azar y se asoman sin limitación en la espesura de la mente” – La voz de Babaji. La misma idea se expone con infinita belleza poética en el Bhagavad Gita, con Arjuna como protagonista. Lucha por ti, enciende la llama que llevas dentro y hallarás Satchitananda (existencia, conciencia y gozo). No depender de la autoridad externa para encontrar nuestro propio ser, trabajar con nosotros mismos desde nosotros mismos, en una mirada que se vierte hacia el interior para terminar revelando el poder y potencial que cada uno de nosotros lleva dentro. Es la forma de salir del Samsara, de la rueda de la vida y muerte, reencarnaciones que se suceden hasta que la mente sutil se purifique, del mundo de la dualidad o del Matrix, dependiendo de uno mismo y no de los otros. Buen karma felicidad, mal karma conlleva sufrimiento y preocupaciones, y no vale echar la culpa al vecino, al final dependemos de nosotros mismos el elevarnos y optar por el camino adecuado. Al igual que Neo, labrando el sendero, alcanzando una forma que parece no tener acotaciones.

martes, 18 de septiembre de 2018

¿Existe una filosofía oriental?



La primera pregunta que surge para algunos escépticos es si se puede hablar de filosofía en oriente. Puede haber quien piense que la filosofía es un tema exclusivamente occidental y que en oriente se desarrolló una pseudo filosofía difícilmente comparable. 
El desarrollo de la filosofía a lo largo de los siglos en occidente, ha propiciado una situación paradójica a la hora de aceptar el pensamiento oriental como dentro de ese campo. Los grandes esquemas y corpus filosóficos occidentales distaban tanto de las formas de exposición y entendimiento de la realidad oriental, que muchos dudaban de que se tratase verdaderamente de filosofía.
Si la filosofía es un estudio lógico, cerrado, totalmente estructurado, racional y en el que las palabras y conceptos expresan todos los matices a modo de Descartes o Kant, entonces diría que prácticamente no ha existido filosofía en Oriente. Si por otro lado tomamos la filosofía como un modo de responder a las preguntas esenciales que conciernen a la vida de cada uno, dotada de una disciplina existencial, al modo de Nietzsche o Schopenhauer, entonces indudablemente hubo filosofía. 
Este debate hoy en día está servido, a mi modo de ver los occidentales no hemos encerrado en nuestro propio discurso. Poco a poco se está produciendo una apertura al pensamiento oriental como una vía alternativa, que aunque difiere de forma y contenido, enriquece sin lugar a dudas la perspectiva casera que tenemos, todo ello impulsado por el fenómeno global. Precisamente aunque el acercamiento se va evidenciando, corremos el riesgo de no digerir  adecuadamente las nuevas formas culturales que se nos ofrecen. Al margen de no caer en estúpidas modas comerciales, es recomendable abrazar esta nueva forma de ver el mundo con cautela, para no distorsionar el verdadero sentido del discurso, en una visión superficial y malinterpretada de los tesoros que contiene. Es realmente necesario un dialogo y compatibilidad de ambos pensamientos, más aún cuando el mundo tiende a una globalización que ya nadie puede negar, abrirnos y poner en movimiento dos formas diferentes de abordar el mundo en sus múltiples facetas, mostrarnos nuevos horizontes y ver la realidad como un conjunto y no desde un “concreto”.
La filosofía en países como la India, China y Japón, estuvo ligada a la religión y a la espiritualidad desde sus comienzos. Esto se debe a diferentes formas de plantear el tema. En occidente sencillamente hubo una escisión entre el conocimiento humano a la luz natural de la razón, y las verdades reveladas. Como es típico de nosotros categorizamos esas dos formas de la realidad, filosofía y religión. En cierto sentido, la historia intelectual de occidente ha pivotado sobre esas dos formas de concebir el mundo, y su desarrollo es una oposición entre filosofía y religión, entre fe y razón. Como bien expresó a lo largo de su obra el filósofo español, Miguel de Unamuno, la lucha entre verdades divinas, reveladas desde lo alto en contraposición con el pensamiento propio, la autonomía de la razón humana en oposición a esa revelación dada. 
En consecuencia, los occidentales hemos ido cerrando en compartimentos estancos, esferas del conocimiento totalmente independientes unas de otras, como la lógica, la filosofía puramente teórica, la física, la química, la biología, la medicina, la psicología, la sociología, la estética, la religión….Nos poníamos a mirar un árbol y cada una de sus ramas, olvidando lanzar una mirada completa al bosque.
En oriente el panorama cambia totalmente, países como la India y China, filosofía y religión están estrechamente unidas. La esfera del conocimiento está estrechamente vinculada a la esfera práctica. Las verdades del conocimiento son verdades de la práctica y viceversa. Este acento en la unión de lo que en occidente era autónomo fue lo que propicio que en oriente no emergieran doctrinas puramente teóricas sobre el mundo, el hombre o Dios. Porque ellos abarcaban una realidad completa, bajo un mismo plano, todo estaba interrelacionado y de alguna manera era imposible separar  estas esferas porque una no se da sin la otra. Hay una necesidad vinculativa en sus escritos, no parten el conocimiento en partes y las analizan, porque para ellos la relación entre distintos campos es tan evidente que resulta inseparable. El sometimiento a una práctica es esencialmente necesaria para la totalidad de las tradiciones orientales, y el Kriya Yoga de Babaji no es una excepción, se trata de práctica y experiencia, más allá de la lectura trascendental y el placer intelectual.