jueves, 16 de enero de 2020

Rudra



La mitología hindu nos ofrece una concepción cosmológica muy parecida a las conclusiones de la física teórica actual. Al igual que los griegos presocráticos de la escuela atomista, cuya intuición les llevó a ver una realidad compuesta por minúsculas partículas que componen el mundo fenoménico, las escrituras hindúes parecen señalar en un lenguaje metafórico los ulteriores secretos del universo.

Rudra es un dios hindú, significa el rugidor, aparece en el Rig-veda, texto que se remonta al segundo milenio a.C. La existencia comenzó con un gran rugido, un sonido, una vibración cósmica. En otro lado hemos escuchado que al principio era el verbo, y la palabra era Dios. Rudra es el alfa y el omega. El modelo de la física teórica actual habla de una gran explosión o big bang, de un gran rugido, y de ese gran rugido se concatenan las eras del universo. Algunos yoguis afirman que estamos en el ciclo 84, es decir, que han habido por ahora 84 big bangs. ¿Cómo lo saben? Ellos afirman que mediante el conocimiento profundo de lo que uno es, a través de la profunda introspección del Ser, puedes conocer la estructura cosmológica de todo el universo, el macrocosmos (universo) se alcanza mediante el conocimiento del microcosmos (tú). Al igual que cuando observamos el tronco de un árbol y mediante sus anillos podemos conocer su edad, los años en los que hubo sequía, inundaciones  y demás, mediante el conocimiento de tu ser más interior podemos conocer la estructura cósmica universal, nuestro cuerpo guarda memoria de todos los acontecimientos pasados.La pluralidad de fenómenos aparentes se concentra finalmente en una unidad universal. Rudra y Shiva comparten muchas características, de ahí la similitud de sus representaciones.

lunes, 13 de enero de 2020

Yoga, un mapa del interior




El yoga se puede definir de muchas formas, hay muchas escuelas con diferentes filosofías y métodos. Pero hay algo común que caracteriza su práctica, y es volver la mirada adentro. Nuestras sociedades occidentales siempre han puesto en el punto de mira de la felicidad en lo externo, las cosas materiales, el dinero, tengo esto y aquello. Desde pequeños la cultura occidental nos apremia a producir y a regocijarnos en las cosas materiales. No está mal comerse un buen filete o conducir un descapotable, pero los niveles de adicción y el modelo de felicidad propuesto hace aguas por todas partes. No nos enseñan a ser felices sino a estar dentro de la rueda de hámster, en la pantalla, ya ni siquiera te tratan como ser humano, ahora eres marca, eres información para la big data. La gente quiere ser bonita, ganar mucho dinero y que le aplaudan por lo que hace, condicionamiento cultural. Es una mezcla de fuerte materialismo (soy lo que tengo) y una especie de adicción desmedida a lo que los demás piensan de mí, hoy en día las personas a través de las redes sociales se han vuelto yonkis de la aprobación ajena. Esas son, a grandes rasgos, la síntesis del momento en el que atravesamos.

El sujeto vive volcado y valora constantemente, esto me satisface y esto lo repudio, lo que quiero lo deseo y lo que me provoca temor lo evito. La vida humana es esencialmente psicológica, Vivimos constantemente imbuidos en pensamientos, de lo que fue, de lo que será, algún deseo pendiente o algún movimiento en la autoestima. Y en ese juego de dualidades entre lo que consideras oportuno a llamar bueno o malo, uno se siente feliz si las cosas le marchan bien y mal cuando estas le faltan. Es una forma peligrosa de vivir, ya que la felicidad, algo que debería ser sagrado en el desarrollo vital, queda en manos de las circunstancias externas, no eres dueño de tu propia felicidad si el entorno no baila a tu gusto. El problema de verter la mirada a lo externo es que cuando las circunstancias deseadas no se dan como queremos entonces somos infelices. Parece ser que la felicidad no puede durar, se escapa, y lo que resulta más doloroso, es que la buscas más allá de ti. Puede que la busques comprando un coche nuevo, yendo de compras o al utilizar determinada marca de champú, hoy en día el proceso de identificación con las marcas y productos ha llegado al extremo de lo ridículo. Desde luego nuestro entorno cultural no ayuda demasiado.

La propuesta del yoga es que la felicidad, ananda, está en ti, no busques más afuera. No hace falta tener para ser feliz. “Mientras pienses que necesitas cosas para ser feliz, en su ausencia te volverás miserable” decía Nisargadatta Maharaj. Desde bien pequeñitos tenemos un montón de cosas pero la carrera del deseo es insaciable, cuando logra lo propuesto ya está buscando otra cosa. Es algo que todos hemos experimentado. La propuesta de la filosofía india y del yoga es un viaje al interior, más allá del torrente de pensamientos que nos embotan, es una praxis, no una teoría, por eso se propone la meditación y otras prácticas, una forma de aquietarnos para abrir nuevos espacios internos que dan lugar a la calma y a la ecuanimidad. Llevamos demasiado equipaje, práctica yoga y vuelve tu equipaje más ligero, retoma la mirada al interior, al claro del bosque.