miércoles, 10 de abril de 2019

La filosofía del Yoga de Patanjali (II)



Para entender la filosofía que se desprende del yoga clásico de Patanjali, Mircea Ileade en su obra sobre el yoga de Patanjali, señala en comprender cuatro ideas fundamentales que dan sentido y movimiento no solo a la filosofía del yoga, sino también a otras tradiciones espirituales del panteón indio. Estas ideas son el karma, maya, el nirvana y el yoga. El pensamiento indio ha intentado penetrar en la ley de la causalidad universal, el karma, que explica la adhesión del hombre con el cosmos y lo condena a transmigrar indefinidamente. El despliegue misterioso de la existencia, que engendra y sostiene el cosmos conocido, maya, es la ilusión cósmica por la que el ser humano se ciega al verse ignorante (avidya). La realidad absoluta, lo único que realmente tiene verdadera existencia ontologica, más allá de ese velo ilusorio de maya, que nos impide ver lo permanente e imperecedero, lo inmortal y lo trascendente, lo indestructible, el alfa y el omega, el Ser que metafísicamente está por encima de cualquier orden, al que nos unimos mediante el nirvana, moksa o liberación. Y por el último el yoga, que propone los medios y técnicas para alcanzar a ese Ser absoluto, más allá de nuestro estado de ignorancia original.

Estas cuatro ideas en esencia las podemos encontrar en buena parte de las tradiciones espirituales de oriente, con diferentes nombres o matices. Vemos como la India articula en torno a estas cuatro ideas toda una cosmogonía que explica el camino de la liberación del sufrimiento, nuestro regreso a casa, a lo que verdaderamente somos. Como comentábamos en la entrada anterior, el ser humano se identifica con el flujo de pensamientos, con su actividad psicomental, cree que su alma o esencia es la misma actividad de sus procesos mentales. De esta identificación surge la sensación del yo, el ego, la imagen irreal creada de uno mismo que nos arrastra con los sucesos que vive al identificarnos plenamente con él. El sabio es el que es capaz de liberarse de esta paradójica situación, por lo tanto liberarse significa apropiarse de otro modo de ser que trasciende a la condición humana habitual, sumergida en maya, forzando un nuevo nivel de existencia. Cuando uno se libera, deja morir su ser identificado con los pensamientos, dando lugar a un nuevo estado de naturaleza mística en el que más tarde profundizaremos. El apego por uno mismo, la sensación del yo, el egoísmo o ego debe ser erradicado si queremos dejar de sufrir y vernos arrastrados por la noria de la vida (maya). Hay por lo tanto una depreciación del mundo tal como lo conocemos, porque este nos conduce inexorablemente al sufrimiento. Como aclaración no se trata de negar la existencia del mundo, o establecerla como ilusoria, sencillamente la percibimos de forma engañosa. Nos vemos apegados al cuerpo y a la personalidad y en primera y última instancia nos vemos mortales.

En los Yogasutras de Patanjali, se explican detalladas las técnicas que podemos seguir para eliminar nuestro ego y las falsas identificaciones. En otros tipos de yoga o tradiciones podrán poner mayor o menor énfasis en determinados puntos, pero todos ellos apuntan a la salida de la ignorancia mediante ejercicios y técnicas. A pesar de esos pequeños matices todos apuntan a un desprendimiento de nuestra vida psicomental, de nuestra personalidad ordinaria, dar muerte al ego que se identifica con los sucesos, y en ese “dar muerte” se produce un nuevo renacer representado por la liberación. En otras palabras, el yogui muere en vida para obtener un nuevo renacer. Mientras no se solucione la confusión de lo que verdaderamente somos, en virtud del karma seguiremos el ciclo de reencarnaciones.